Recuerdo mucho que cuando trabajaba de Godinez había días enteros en los que no hacía nada (al menos nada relacionado al trabajo). Recuerdo que me pasaba horas y horas leyendo blogs y artículos de personas que ya habían logrado llevar un estilo de vida nómada por mucho tiempo. Un estilo de vida que habían hecho sostenible durante décadas a pesar de los obstáculos que obviamente se encontraban en el camino. Eran personas que representaban una total inspiración para mi.
En verdad era algo muy fascinante leer acerca de ellos. Los admiraba muchísimo. Eran personas que habían conseguido una manera de ganar dinero mientras realizaban sus viajes. Algunos gracias a que montaban sus propios negocios en línea, algunos porque monetizaban sus blogs, algunos porque hacian voluntariados en cada país al que llegaban, algunos porque aprovechaban sus habilidades y su creatividad y se lanzaban como freelancers y un montón de maneras más. Pero al final, independientemente de la forma en la que ganaban dinero, todos para mi eran muy exitosos. Y yo quería ser como ellos. Realmente lo deseaba con toda el alma. Eran mis héroes.
Me dediqué a investigarlos a fondo. Como si fuera una especie de detective. Leía una y otra vez sus biografías, me enfocaba mucho en ver cómo habían sido sus inicios, cómo habían empezado, como habían dado el primer salto. Quería saberlo todo. En aquel entonces una parte dentro de mí esperaba encontrarse con algo sobrenatural o algo que me ayudara a justificar el porqué ellos lo habían podido conseguir y yo no. Algo que me sirviera de excusa.
Algo que me ayudara a no parecer un fracasado. Buscaba encontrarme, quizá, con que eran personas con suerte, personas que habían nacido siendo multimillonarias, o quizá personas financiadas por sus familiares o personas que habían heredado propiedades y fortunas o personas que simplemente se habían ganado la lotería.
Pero la verdad es que no. Todo lo contrario. Entre más investigaba más me daba cuenta que se trataba de personas completamente normales. Personas que antes, incluso, también trabajaban de Godinez igual que como yo estaba en aquel momento. Personas que igual se sentían esclavizadas y frustradas con la rutina que exige un trabajo de oficina. Personas que no podían vivir únicamente con 6 días de vacaciones al año. Eran completamente iguales a mi con la única diferencia que ellos sí habían tenido el coraje, la valentía y las fuerzas necesarias para renunciar a esa vida vacía y aburrida que no les llenaba para nada con tal de perseguir y materializar sus sueños.
No había ningún secreto, ningún camino mágico o algún truco de por medio. Ellos simplemente habían trabajado muy duro para conseguirlo y es por eso que estaban donde estaban. Habían tenido que enfrentar sus miedos, sus inseguridades, sus dudas, los rechazos de su familia y prácticamente ir en contra de todo un sistema. Y para mi de verdad que eran las personas más exitosas del mundo. Eran personas que viajaban sin límites y no me refiero a que no había límites económicos, sino más bien no había límites geográficos, eran personas que un día estaban en Europa y al día siguiente estaban en Asia y la siguiente semana en África. Sus oficinas eran el mundo. Eran completamente libres.
Recuerdo que me encantaba fantasear con que algún día yo podría ser parte de ese mismo círculo. Me gustaba pensar que algún día los podría conocer en persona, que serían mis amigos. Mi alma resonaba con mucha fuerza cuando leía sus anécdotas. Era como una especie de confirmación. Una especie de señal que me indicaba que yo también debía seguir ese camino. Sin duda me ponía sumamente feliz leer sus historias aunque también tengo que admitir que de vez en cuando sentía una mezcla entre tristeza, frustración y envidia porque en ese momento yo tenía muchísimas dudas respecto a mis capacidades. ¿Qué tal si yo nunca lo lograba?, ¿realmente podría atreverme a seguir esos mismos pasos?, ¿y si lo intento y jamás funciona?, ¿será que estoy tomando riesgos muy altos? ¿y si termino peor que antes?.
Miles de dudas atravesaban mi cabeza pero sabía que tenía que intentarlo, no podía quedarme con las ganas, no podía quedarme con el “que hubiera sido si…”. Si permitía que el miedo y las dudas se apoderaran de mí sabía que tarde o temprano el arrepentimiento y la culpa iban a aparecer de las peores formas posibles. A la larga el sufrimiento hubiera sido insoportable. Créeme. Las personas sufren muchísimo más por las cosas que no intentan que por las cosas que intentan. Así que no había otra opción. No iba a dejar que el arrepentimiento y la culpa me carcomieran por dentro y acabaran conmigo.
¿Qué fue lo que hice entonces?, bueno pues continué preparándome. Continué estando muy alerta a cualquier oportunidad que se me presentara y que me pudiera acercar a mi sueño. Continúe buscando más referencias. Continúe leyendo sobre estas personas que yo consideraba mis heroes. Continúe mirando todos sus videos. Trataba de seguir todos sus consejos y recomendaciones. Me convertí en una persona positiva, dejé de mirar televisión, dejé de salir todos los fines de semana a tomar alcohol y también me alejé de muchas personas tóxicas que en aquel entonces formaban parte de mi vida pero que solo estaban allí para entorpecer mi camino.
Obviamente también continúe mejorando mis propias habilidades y no solamente mis habilidades profesionales sino que también mis habilidades sociales, físicas e intelectuales. Continúe aprendiendo sobre nuevos temas que ni siquiera estaban relacionados con mi carrera de sistemas (como por ejemplo temas de psicología, negociación, finanzas personales, inversiones y administración del dinero). Temas que sumaran a mi propósito y que me permitieran ser una persona cada vez más libre y consciente. En definitiva, trabajaba muy duro para convertirme en mi mejor versión.
Y después de algunos años finalmente sucedió. Casi como una profecía autocumplida se volvió realidad. Me convertí en un Nómada Digital de tiempo completo. Y claro que durante ese proceso de años fallé varias veces, no te lo voy a negar. Perdí mucho dinero con malas inversiones y hubo algunos viajes que salieron muy mal y que me obligaron a regresar a México como perro con la cola entre las patas. Recuerdo mucho por ejemplo un viaje que hice a Vancouver, Canadá. Iba yo completamente solo y sin casi nada de dinero siendo Canadá uno de los paises mas caros del mundo. Ya te podrás imaginar cómo acabaron las cosas.
El dinero que yo generaba en aquel entonces trabajando de forma remota era muy poco y obviamente no alcanzaba para cubrir todos mis gastos. De hecho estaba gastando muchísimo más de lo que ingresaba a mi cuenta. Y cada día que pasaba se ponía peor. Estaba rompiendo el principio más básico de las finanzas personales que dice que nunca debes gastar más de lo que ganas.
Y aún cuando yo intentaba economizar comiendo por ejemplo en el Tim Hortons (para los que no conocen ese lugar es una cafetería canadiense de bajo costo donde venden café y sandwiches) y aún cuando intentaba hospedarme en habitaciones privadas o compartidas en Airbnb, tomando siempre las opciones más económicas que hubiera disponibles, aún cuando tomaba el transporte público para moverme dentro de la ciudad, aún cuando intentaba visitar solo los lugares gratuitos como museos o parques y, en definitiva, aún cuando trataba de cuidar el dinero lo más posible, no salían las cuentas.
Comencé a usar las tarjetas de crédito sin poder pagarlas y bueno, cada día que pasaba me hundía más. En teoría había comenzado mi aventura como Nómada Digital pero no lo estaba disfrutando como lo había imaginado. Además, como mencioné al principio, ese viaje lo hice en solitario así que también hubo muchas ocasiones en las que sentí demasiada soledad y aislamiento. No tenía con quien hablar. No tenía con quien compartir ninguna de esas aventuras.
Así que en resumen me empecé a incomodar mucho por la cuestión del dinero, por la soledad y hasta por el idioma. En aquel entonces tenía ya muchos años sin practicar mi inglés y obviamente no era perfecto. Tenía muchas fallas y eso también generó varias situaciones incómodas así que al final fue tanta la presión que preferí tomar la decisión de regresar a México. Mi primer intento por vivir como Nómada Digital había sido un total y completo desastre.
Pero no me rendí. Regresé a México y seguí mejorando mis habilidades. Me puse a practicar mi inglés. Comencé a revisar otras maneras de generar ingresos porque definitivamente necesitaba ganar más dinero si deseaba que mis viajes fueran más satisfactorios y sin tantas limitaciones. Recuerdo que mi pareja de aquel entonces y hasta mi propia familia me decían que me detuviera, que solo me estaba perjudicando a mi mismo, que me estaba arriesgando demasiado, que mejor diera gracias por tener un trabajo estable, que cuidara mucho ese trabajo que ya tenía en lugar de tirar todo por la borda. Que dejara de hacer imprudencias. Que dejara de hacer locuras. Afortunadamente no les hice caso. Ni a mi pareja de aquel entonces ni a mi familia. ¿Y sabes qué?, fue lo mejor que pude haber hecho.
Al final todo forma parte de un aprendizaje. Los errores te ayudan a conseguir experiencia. Una persona exitosa es aquella que ha cometido errores, uno tras otro, pero que ha conseguido superarlos y aprender valiosas lecciones con cada uno de ellos. Obviamente te seguirás equivocando. Mientras sigas teniendo metas, proyectos y sueños por alcanzar en tu vida te seguirás equivocando pero con la diferencia de que cada vez te equivocarás mejor. Cada vez cometerás errores más inteligentes.
Podrá sonar paradójico pero te pongo mi propio ejemplo: en ese viaje inicial a Canadá no pude ni soportar un mes por todos los problemas que tuve y ahora llevó más de 2 años fuera de México y he logrado visitar más de 10 países diferentes junto a mi pareja. No significa que no cometa errores, al contrario, la verdad es que sigo pasando por situaciones muy complicadas, sigo teniendo problemas y momentos difíciles pero obviamente ya no son las mismas situaciones por las que pasé en ese viaje a Canadá.
Son otro tipo de errores. Y de estos nuevos errores también sigo aprendiendo para que no me vuelvan a suceder. Sigo incrementando mi experiencia. Y será así por siempre. Es una escalera sin fin. Los niveles son infinitos. Y en el momento que dejes de cometer errores empieza a preocuparte porque significa que ya no estás aprendiendo nada nuevo. Me tomó un rato entenderlo pero ahora hasta doy gracias por todos los problemas que se me han presentado. Te puedo asegurar que ha valido la pena recorrer este camino. Después de varios intentos fallidos al final mi vida como Nómada Digital resultó ser hasta mejor de lo que esperaba.
Ahora estoy aquí, escribiendo este artículo desde Ankara, la capital de Turquía mientras me tomo un café en un Starbucks y recordando todo con una sonrisa. Gracias al cielo no me rendí. Gracias al cielo seguí siempre adelante a pesar de los obstáculos. Y si has llegado hasta aquí te invito a que tú tampoco te rindas. Si realmente tu sueño es ser un Nómada Digital ve tras él. Tarde o temprano lo vas a conseguir. Te prometo que es posible.
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